Saturday, January 23, 2010

Monasterio de Sant Cugat del Vallès

En la edad media, la abadía benedictina de Sant Cugat del Vallès llegó a ser el monasterio más importante del condado de Barcelona. Dos ejemplos de la grandeza del reial monestir han sobrevivido hasta nuestros días en buen estado: el gran claustro y la iglesia.


Sant Cugat


La historia de este lugar se remonta hasta los tiempos de la antigua Roma, el recinto inicial fue el Castrum Octavianum, como se ha comprobado en excavaciones arqueológicas recientes. De hecho, los tres ábsides del templo están asentados sobre los sólidos -y aún bastante visibles- restos de la fortaleza romana dedicada a Augusto (Castrum Octavianum). Ahí fue martirizado San Cucufate o Sant Cugat (en catalán) en tiempos de Diocleciano, según consta en los libros litúrgicos como en la obra del poeta Prudencio (poeta hispanorromano, siglo IV).


Medieval


La imponente y sobria iglesia -donde después de siglos siguen celebrándose vivamente los sacramentos- comenzó a ser construida en el siglo XII y no acabada hasta el XIV, por lo cual participa del románico y del gótico, así como de la síntesis de ambos estilos; pertenece pues, al arte medieval llamado de transición. De una conmovedora y serena espiritualidad, el resultado es un lugar místico, que sobrecoge y absorbe la atención, magno como el Reino de los Cielos, pero sencillo como el alma benedictina.


Oración y devoción

Wednesday, January 20, 2010

Yes, I can see the light

Mujer sale de las ruinas sonriente y cantando una semana después del sismo

miércoles 20 de enero, 04:59 AM

PUERTO PRINCIPE (AFP) - Una llamada de teléfono de un desconocido a una radio local salvó la vida de Hoteline. Horas después, esta mujer de 25 años salía sonriente y cantando de las ruinas del supermercado entre las que estuvo atrapada siete días en Puerto Príncipe.
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"Es un milagro de mi Dios", repetía la víctima, sollozando finalmente de alivio, segundos después de abandonar el agujero en el que estuvo enterrada viva durante una semana.

"Es extraordinario. No tiene ninguna herida y hasta nos ha ayudado en el rescate haciendo fuerza para salir más rápido. Nos dijo que contó los días que estuvo atrapada y que no dejó de rezar", explica el médico francés de "Socorristas sin fronteras", Nicolas Roy.

Nada más salir de las ruinas, Hoteline pidió un teléfono y marcó de memoria el número de su hermano a quien le dijo personalmente que estaba viva. "Me salvaron hermano, me salvaron. Te quiero", exclamaba.

Mientras los equipos de rescate la transportaban a la ambulancia, la mujer entonó un cántico de agradecimiento que hizo estallar en aplausos al equipo de más de 50 personas de diversos países que pasó 12 horas extenuantes en las tareas de rescate.

El devastador terremoto del 12 de enero sorprendió a Hoteline Losana en una vivienda situada en la parte superior de un pequeño centro comercial de Puerto Príncipe. La víctima permaneció siete días y siete horas acostada, en un espacio que le permitió respirar y moverse ligeramente.

A su lado tuvo una cama con un cadáver, que tuvo que ser recuperado por los bomberos este martes para poder acceder a la víctima. En ningún momento pudo conseguir agua o comida.

"Hay bolsas de aire que permiten a las personas sobrevivir varios días. Ella pasó una semana sin comer ni beber lo que muestra que es alguien de una gran fortaleza física y mental", afirma Thiery Cerdán, responsable del grupo "Socorristas sin frontera", que junto a bomberos haitianos, turcos y un equipo de rescate urbano estadounidense llevaron a cabo esta operación.

Además de su deseo de vivir, quien terminó de salvar la vida de Hoteline fue un guardia de seguridad del supermercado que acudió a ver el estado del local el martes por la mañana. En ese momento oyó hablar a la víctima y avisó a una radio local.

Tras recibir la llamada de socorro, los socorristas confirmaron con perros que había "vida dentro de las piedras" y después introdujeron por un minúsculo agujero perforado en el techo una cámara con una bombilla en la punta.

"Hoteline, ¿ves la luz?", preguntaba un bombero estadounidense en inglés.

Tras el silencio del fondo de la casa en ruinas brotó alta y clara una voz femenina. "Yes, I can see the light" (Sí, puedo ver la luz), dijo claramente y en inglés, ante el júbilo de los socorristas.

"Aunque tengamos que pasar la noche, no nos vamos de aquí sin ella. Tenemos la posibilidad de sacar a alguien vivo siete días después. Es extraordinario", explicaba el socorrista francés Bruno Besson.

El trabajo es laborioso pero se hace contrarreloj. Una semana después del terremoto que devastó la capital haitiana, los finales felices son cada vez más raros en Puerto Príncipe.

El mal estado del edificio que amenaza con venirse abajo a cada martillazo retrasa aún más las tareas. Finalmente, la mano de Hoteline pudo agarrarse con fuerza a la de un socorrista y salir de las ruinas.

"Es una gran satisfacción. Cuando llegamos esta mañana aquí no esperábamos salir de aquí con este júbilo", concluyó Zephirin Ardouin, responsable de los bomberos haitianos.

Fuente: AFP

Sunday, January 17, 2010

Edificando la Sagrada Familia

Edificando la Sagrada Familia

La creación continúa incesantemente por mediación de los hombres, el hombre no crea: descubre y parte de ese descubrimiento. Los que buscan las leyes de la naturaleza para formar nuevas obras, colaboran con el creador; los copistas no colaboran. Por eso la originalidad consiste en volver al origen.
Antoni Gaudí

El trabajo es fruto de la colaboración, y ésta sólo puede basarse en el amor.
Antoni Gaudí


Saturday, January 16, 2010

Poética de poetas

Plática sobre la poesía

La poesía acerca todos los corazones que la aman y teje entre ellos lazos indisolubles. Aunque persiguieran cada uno, en su propia vida, fines dispares; aunque uno despreciara totalmente aquello que para el otro es lo más sagrado; aunque se desconocieran, se equivocaran o permanecieran eternamente ajenos, en este territorio, no obstante, un poder mágico más elevado los uniría y les brindaría la paz. Cada Musa busca y encuentra a la otra, y todos los ríos de poesía van a confundirse en la inmensidad del mar universal.

Única es la razón, y la misma para todos; pero, al igual que cada hombre tiene una naturaleza y un amor que le son propios, cada uno lleva en sí su propia poesía. Es bueno, y necesario, que ésta siga siendo suya, de un modo tan seguro como él es lo que es, como él lleva en él, por poco que sea, algo de lo originario; y ningún crítico tiene el derecho ni la facultad de robarle su ser más propio, su fuerza más íntima, para retrotraerle a golpes de aclaraciones y purificaciones, a una imagen trivial desprovista de Sentido y de espíritu, como lo hacen los locos que no saben lo que quieren. No obstante, incumbe a la gran sabiduría de una crítica auténtica enseñarle cómo debe él mismo formarse en sí mismo; y, ante todo, a saber aprehender, en su fuerza y en su plenitud clásicas, cada una de las formas diversas y autónomas de la poesía, con el fin de que la flor y la semilla de espíritus diferentes al suyo se conviertan en el alimento y la simiente de su propia fantasía.

El espíritu que conoce las orgías de la verdadera Musa jamás alcanzará el final de este recorrido, ni él se imaginará, locamente, haberlo alcanzado: ya que es para siempre incapaz de aliviar una nostalgia que, hasta en la cumbre de su apaciguamiento, encuentra siempre con qué volver a engendrarse. Incomensurable e inagotable es el mundo de la poesía, al igual que la riqueza de la naturaleza derrochadora de la vida lo es en plantas, animales y formaciones de toda suerte, de toda forma y de todo color. A tal punto que estas obras artificiales, o estos productos naturales, que tienen forma y nombre de poemas difícilmente podrán ser abarcados hasta por el espíritu más amplio. ¿Y qué son, comparados con la poesía, sin forma ni conciencia, que palpita en las plantas, irradia en la luz, sonríe en el niño, resplandece en la flor de la juventud, se inflama en el corazón amante de las mujeres? Sin embargo, esa poesía es la primera, la originaria, sin la cual seguramente no exisistiría poesía del verbo. Sí, todos nosotros, todos los que somos, nosotros los hombres, no tenemos para siempre y para la eternidad otro objetivo de júbilo, otro modo de actividad que este único poema de la divinidad de la cualsomos también una parte y la floración: la tierra. Pero está en nuestro poder percibir la música de este instrumenteo infinito, comprender la belleza de este poema, porque en nosotros también vive un a parte del poeta, una chispa de su espíritu creador, que, sofocado bajo la ceniza de sinrazón que cada uno acumula, no deja jamás de incubar con una potencia secreta.

No es preciso dedicarse a razonar a golpes de discursos y doctrinas para cultivar y propagar la poesía, o para ponerla al día, descubrirla, instalarla y darle leyes severas, como tanto lo desearía la teoría de la poesía (Dichtkunst). Al igual que el núcleo de la tierra se cubrió por sí mismo de formaciones y vegetales, y la vida surgió por sí misma de las profundidades y todo se pobló de seres que alegremente se multiplicaron, la poesía se expande por sí misma, engendrada por la fuerza original invisible de la humanidad, cuando el cálido rayo de sol divino la toca y la fecunda. Sólo los contornos y los colores podrían, recomponiendo su forma, expresar cómo se formó el hombre; y asimismo, de hecho, no se podría hablar de poesía más que en poesía.

La visión que cada uno tiene de ella, dado que es ella misma poesía, es verdadera y buena. Pero debido a que su poesía, precisamente porque es la suya, está forzosamente limitada, la visión que cada uno tiene de la poesía no puede ser más que limitada: lo cual es intolerable para el espíritu, sin duda alguna porque sabe, aunque no lo sepa, que ningún hombre es un hombre a secas, pero puede y debe ser a la vez, efectivamente y en verdad, la humanidad entera. Por eso, seguro de reencontrarse siempre a sí mismo, el hombre no deja de salir de sí, con el fin de buscar y encontrar el complemento de su ser más íntimo en la profundidad del otro. El juego de la comunicación y del acercamiento es la ocupación y la fuerza de la vida, no hay realización absoluta más que en la muerte.

Por ese motivo tampoco el poeta sabría contentarse con legar en las obras que deja tras de sí la expresión de la poesía que le es propia, tal como tomó forma innata en él. Debe esforzarse por ampliar sin descanso tanto su poesía como su visión de la poesía, y acercarlas a las más altas que puedan existir en la Tierra, esforzándose con la mayor precisión posible para ajustar su parte al gran Todo: ya que la generalización mortal tiene precisamente el efecto contrario.

Es capaz de ello a partir del momento en que se encuentra el punto medio al comunicar con aquellos que, llegados de otros lugares y por otras vías, también lo han encontrado. El amor necesita reciprocidad. Sí, para el verdadero poeta, hasta el comercio con los que no hacen más que mariposear en la superficie puede ser benéfico e instructivo. El poeta es un ser sociable.

Por lo que a mí se refiere, siempre me resultó muy atractivo discutir de poesía con poetas y aficionados. Muchas conversaciones de este tipo quedaron grabadas en mi memoria; no sabría decir de otras cuánto queda de fantasía y cuánto de recuerdo; hay ahí mucho de verdad y alguna invención. Es el caso de esta plática, destinada a controntar las concepciones más alejadas; cada una de ellas, desde su punto de vista, muestra el espíritu infinito de la poesía bajo una luz diferente, y todas se esfuerzan más o menos, tan pronto por un lado, tan pronto por el otro, en penetrar hasta el núcleo propiamente dicho. El interés de esta pluralidad me decidió a dar a conocer las observaciones que me había inspirado un grupo de amigos (y que, para mí, en un principio, no se referían más que a ellos) a todos aquellos que sientan este amor y han decidido, gracias a la plenitud de su vida interior, iniciarse ellos mismos en los Misterios sagrados de la naturaleza y de la poesía.


Friedrich Schlegel

(Plática sobre la poesía, versión de Antoni Marí en Tusquets Editores)

Monday, January 04, 2010

Home So Different, So Appealing?



Con esta inquietante obra de Hamilton,
Just What Is It That Makes Today's Home So Different, So Appealing?, recordé que me había propuesto añadir en este blog un texto sobre la vida humana en tiempos de las nuevas tecnologías de la comunicación, puliendo el fragmento de un escrito de 2008 (del documento que realicé para obtener el grado de Maestría en Educación por la Universidad Anáhuac)


No se entiende la llegada del hombre light sin el concurso de las circunstancias -francamente insólitas- que rodean la vida humana en la actual "Era de la Comunicación". Ya se mencionaron algunas consecuencias de la desterritorialización del mundo, ahora se revisarán algunas consecuencias de la omnipresencia mediática, comenzando por la cuestión de los contenidos, el aspecto más superficial de esta cuestión cuya profundidad alcanza la experiencia, la mente, la cultura: toda una nueva paideia que está moldeando pedagógica y antropológicamente a las generaciones más jovenes, que ahora crecen rodeadas de una atmósfera de virtualidad, debido a la casi ubicua presencia de las nuevas tecnologías de la comunicación en nuestra civilización contemporánea.

La mayor capacidad de transmisión y almacenamiento de datos, y en general, el perfeccionamiento tecnológico de los medios de comunicación, ha aumentado la cantidad de contenidos y su facilidad de acceso: inevitablemente ha multiplicado también la información basura, la pornografía, las posibilidades para la adicción al juego o para la demasía en el consumo, los temas de violencia extrema e incluso los instrumentos para el crimen. Para intentar aclarar esta primera cuestión y pesar el verdadero impacto de la saturación de contenidos, cabe mencionar algunas reflexiones de Susan Sontag(2004), sensible al poder de la imagen por su profesión de fotógrafa:

“Ser espectador de calamidades que tienen lugar en otro país es una experiencia intrínseca de la modernidad, la ofrenda acumulativa de más de siglo y medio de actividad de esos turistas especializados y profesionales llamados periodistas. Las guerras son ahora también las vistas y sonidos de las salas de estar. La información de lo que está sucediendo en otra parte, llamada ‘noticias’ destaca los conflictos y la violencia – ‘si hay sangre, va en cabeza’- reza la vetusta directriz de la prensa sensacionalista y de los programas de noticias que emiten titulares las veinticuatro horas-, a los que se responde con indignación compasión, excitación o aprobación, mientras cada miseria se exhibe ante la vista.” (Sontag, 2004, p. 27)

¿Que queda después de casi un siglo de convivir con la violencia a través de periódicos, revistas o programas televisivos desde la comodidad del hogar? Ya desde el siglo XIX se veían los primeros síntomas de este problema. Gustav Moynier, primer presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja, escribió en 1899:

“En la actualidad sabemos lo que ocurre todos los días a lo largo y ancho del mundo…, las descripciones que ofrecen los periodistas de los diarios son como si colocaran a los agonizantes de los campos de batalla ante la vista del lector y los gritos resonaran en sus oídos” (citado por Sontag, p. 28)

¿Qué pensaría Moynier si viviera en estos días? ¿Qué pensaría de nuestros tiempos en que los adolescentes pueden cargar gustosos en su teléfono con multimedia la degollación de soldados o las vejaciones contra prisioneros de guerra?

“Las fotografías de atrocidades eran escasas en el invierno de 1936 a 1937: la representación de los horrores bélicos en las fotografías que Woolf evoca en Tres guineas casi parece conocimiento clandestino. Nuestra situación es del todo distinta. La imagen ultraconocida y ultracelebrada –de una agonía, de la ruina- es atributo ineludible de nuestro conocimiento de la guerra mediado por la cámaras”. (p. 33)

El libro de Sontag se concentra en los horrores de la guerra, pero hoy a través de los nuevos medios (NTICs) nuestros ojos están expuestos a contemplar -con o sin nuestro consentimiento- un sinnúmero de horrores fuera del ámbito bélico: crímenes urbanos, el fenómeno snuff, la pederastía o la pornografía infantil, una vasta variedad de formas de violencia extrema o cualquier tipo de ultraje contra la dignidad humana. Lo que es peor, todo ese caudal de imágenes y sonidos muchas veces se presenta en un formato o en un contexto mediático de ‘entretenimiento’ o de ‘espectacularidad’ -y sin la reflexión consciente y racional que podría motivar una franca postura contra toda forma de violencia. Entender esto último es decisivo para no caer en el error de colocar en una misma categoría todas las representaciones de hechos cargados de algún modo de violencia. En el tercer capítulo de Sontag se favorece tal error. Pero no es igual una imagen de un Cristo crucificado del barroco novohispano que una escena del cine gore posmoderno: un hecho que podría llegar a calificarse de ‘violento’ y ‘sangriento’ en cuanto hace referencia a un asesinato contra una víctima inocente, La Pasión de Cristo, ha sido el motivo de las más bellas representaciones en todas las artes, lo cual ha movido e inspirado a muchos al perfeccionamiento moral y a la no-violencia. Y el mejor ejemplo de nuestros tiempos: el holocausto judío. Cuántos museos se ha ennoblecido luchando a favor de la dignidad humana, con representaciones de los horrores de Auschwitz, cuántas fotografías y excelentes películas se han dedicado a este tema que también podría calificarse de ‘violento’. Las representaciones devotas del martirio cristiano o del holocausto judío no ensalzan la violencia, sino la combaten, tanto por el marco reflexivo y racional que las acompaña, como por el modo de ser representadas. Son representaciones dotadas de sentido y humanidad.

En cambio, dentro del cine de acción o de terror se pueden hallar cintas que realmente son apologías de la violencia, donde se invita a la identificación con personajes abiertamente psicopáticos, presentados como los protagonistas, representados por actores admirados y reconocidos, para encarnar mejor a estos personajes que, simpáticos y exitosos, mientras matan o torturan pueden lanzar -con aire de indiferencia- una frase de agudo sarcasmo contra sus víctimas (como ya podía James Bond años antes que Tarantino). Además de que la violencia se enmarca y engalana con la espectacularidad propia de los medios actuales, sea en filmes o en programas de entretenimiento o de noticias.

En cambio, en las otras representaciones, como en las iconografías de los martirios (donde siempre se venera la probidad y se destaca el valor de personas históricas consideradas como héroes de la fe: lo mismo en el caso de san Sebastián y Esteban que en los mártires modernos como Edith Stein, Gandhi o Martin Luther King), ¿quién podría identificarse con los verdugos si apenas figuran como sombras de los protagonistas? ¿Quién sino un Alex DeLarge, ícono posmoderno, antihéroe aún hoy admirado en diferentes subculturas de la counterculture, el psicópata carismático y "ultraviolento" personaje de A Clockwork Orange? En el filme basado en la novela de Burgess, del encumbrado Stanley Kubrick, puede verse cómo el protagonista lee gustoso la Biblia y se imagina a sí mismo como un soldado romano que con latigazos fustiga a Jesús de Nazareth (Kubrick, 1972).

Pero el problema no queda circunscrito al contenido o a los mensajes propagados en los medios, sino a la nueva cultura que está en formación por el simple contacto cotidiano con las poderosas tecnologías de la comunicación:

“La experiencia no es un mensaje, aunque se nutre de mensajes. En presencia de los medios, podemos estar atentos o distraídos, despiertos o aletargados, pero es en la relación simbiótica con ellos, en sus imágenes, textos y sonidos, en el tiempo que les dedicamos, en el esfuerzo que hacemos para obtenerlos, absorberlos, repelerlos y discutirlos, donde sucede para nosotros gran parte del mundo. Los medios son oportunidades de nuevas experiencias; experiencias que constituyen en sí los principales productos, transacciones y ‘efectos’ de los medios. Éste es el núcleo; el resto son detalles menores”. (Glitin, 2005, p. 21)

El cambio ha surgido con la nueva experiencia de los medios y la misteriosa capacidad de su virtualidad: hacer presente lo ausente, acercar lo lejano, tener la vivencia -vicaria pero íntimamente- de la vida ajena. El cambio implica una revolución de paradigmas -científicos y cognoscitivos-, por lo cual repercute en la forma misma de entender la realidad. Pero no queda en una modificación meramente cognoscitiva o epistemológica, sino que incide social, cultural y antropológicamente, al grado que ahora es posible decir que la nueva paideia ha parido una nueva generación de "nativos digitales", con un campo fenomenológico insólito, global, preñado de valores comunicativos: persuasión, elocuencia, appeal, carisma, estilo, expresión no verbal, apariencia, simpatía y empatía. De alguna manera, la multimedia y la teconología digital han matizado el modo de acercarse a las cosas, debido a la fuerza expresiva y sensacional de su virtualidad.

“Algo se vuelve real –para los que están en otros lugares siguiéndolo como ‘noticia’- al ser fotografiado. Pero una catástrofe vivida se parecerá, a menudo y de un modo fantástico, a su representación. El atentado al World Trade Center del 11 de septiembre de 2001 se calificó muchas veces de ‘irreal’, ‘surrealista’, ‘como una película’ en las primeras crónicas de los que habían escapado de las torres o lo habían visto de las inmediaciones (Tras cuatro décadas de cintas hollywoodenses de desastres y elevados presupuestos, ‘fue como una película’ parece haber desplazado el modo como los supervivientes de una catástrofe solían expresar su nula asimilación a corto plazo de lo que acababan de sufrir: ‘fue como un sueño´).” (Sontag, 2003, p.31)

Ferrés i Prats (2000) contempla una nueva ‘cultura popular emergente’ caracterizada por una suerte de ‘cultura del espectáculo’: “El espectáculo impregna hasta tal punto la vida de los ciudadanos que en las sociedades más desarrolladas han acabado por convertirse en espectáculo desde la política, con sus impresionantes show electorales, hasta la religión(…)” (p. 21). El desarrollo de la presente investigación ha coincidido de hecho con tiempos electorales en E. U. A., y se ha verificado la espectacularidad esperada. Pero entre anuncios y shows electorales, se podría preguntar si la esencia misma de la votación ha sido modificada con las consecuencias indirectas de las TIC y NTIC. De cualquier modo, es posible decir que ha ganado el candidato más ‘mediático’ de la historia de ese país. En este sentido, más que meramente anecdótico, es muy significativo, que McCain haya acusado de celebrity a Obama, colocando su imagen entre Paris Hilton y Britney Spears en un anuncio, y que, como consecuencia, la celebrity Paris Hilton haya lanzado con cínica frivolidad una serie de videos para postular su propia candidatura a la presidencia. Bajo las categorías actuales de éxito mediático –el rating (o cuota de pantalla) y el share- el espectáculo electoral de este año 2008 fue un éxito rotundo, incluso a nivel mundial, y las elecciones (como la Copa Mundial de Fútbol o las Olimpiadas) también terminaron con una suerte de ‘ceremonia de clausura’, frenética, pletórica: el anuncio del ganador y el festejo correspondiente, incluido el baile glamuroso de la "carismática" y "simpática" pareja presidencial.

Para entender mejor a que se refiere Ferrés con el concepto de ‘cultura del espectáculo’, es pertinente la siguiente aclaración:

“No se conoce pueblo alguno a lo largo de la historia que no haya dispuesto algún tipo de espectáculo, pero hasta el momento presente los espectáculos siempre habían estado circunscritos en el espacio y en el tiempo. Había determinados espectáculos, determinados días, a determinadas horas y en determinados espacios físicos. Hoy, gracias a la televisión, al video y a las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, el ciudadano tiene acceso en su propia casa a cualquier tipo de espectáculo, a cualquier hora del día y de la noche.” (p. 20)

Y no sólo eso, la televisión y las NTICs tienen la capacidad de hacer de la realidad misma un espectáculo (Ferrés). Hay una escena terrible en un filme de Oliver Stone (1994) que retrata alegóricamente esta ‘espectacularización’ de la realidad: cuando Mallory Knox, la protagonista de Natural Born Killers, revive la negra historia de su infancia como si fuera una típica serie de comedia en televisión, y así, el personaje trágicamente sufre la violencia intrafamiliar entre risas grabadas de fondo, con música y formato de programa cómico.

Esta sociedad el espectáculo se afianza más aún con otro hecho: nunca ha habido tantas cámaras fotográficas o de video, por lo que Ferrés sentencia: “La omnipresencia de las cámaras ha transformado el mundo entero en un inmenso plató”. La invasión de cámaras viene acompañada de una invasión de pantallas, bocinas y displays, de tal modo que Glitin (2005) se atreve afirmar: “Hoy, a pesar de que el espacio doméstico se ha separado del espacio de trabajo, algo que sólo se podían permitir los burgueses más ricos de la época de Vermeer, el mundo exterior, como venganza, ha entrado en el hogar a través de la profusión mediática”. (p. 25)

Un viajero de otro siglo se sorprendería al ver cómo ahora la vida transcurre con multitud de imágenes y sonidos de fondo procedentes de televisiones, radio, reproductores de audio y/o video, teléfonos, videojuegos… todo ello en un flujo constante, en parte elegido voluntariamente, pero en parte no. Un habitante de la Ciudad de México, por mencionar un ejemplo, manejando un automóvil por el periférico se ve confrontado por una multitud de imágenes provenientes de anuncios gigantes (que comúnmente se denominan ‘espectaculares’) y electrónicos, o bien, de publicidad colocada en autobuses, postes y hasta en la ropa de los transeúntes.

“Debido a que se acompañan siempre de sonidos, en casa, en el coche, en el ascensor o en la sala de espera, las imágenes actuales pueden captar nuestra atención durante gran parte del día. Podemos ignorarlas la mayor parte del tiempo, discrepar o hacer caso omiso de ellas (o pensar que no nos afectan), pero no tenemos que esforzarnos para que se desvanezcan; y aun así, sabemos que podemos invocar su presencia cuando queramos. La plenitud icónica es la condición contemporánea, un hecho que pasa a menudo desapercibido” (Glitin, p. 26)

De ahí que el mismo autor hable de una ‘supersaturación’, de un ‘torrente mediático’, que nos ha llevado a estar ‘enfermos de información’. De manera similar, E. Rojas (1998) ha descrito el ”síndrome del exceso de información”.

Pero toda esta información, por muy estimulante, no trasciende más allá de la mera aisthesis, por lo que no necesariamente se ancla en la razón y en la conciencia. Según Giovanni Sartori aparece una nueva paideia donde la imagen sustituye a la letra. Pero para poder entender toda la gravedad del diagnóstico del Homo videns ha de tomarse en cuenta que nuestra civilización se funda en el carácter racional y comprensivo de la palabra: la historia comenzó con la escritura.

Una nueva cultura basada en la imagen (Sartori), una cultura del espectáculo (Ferrés), una sociedad de la información que es también una ‘sociedad del sentimiento y la sensación’ (Glitin), cultura del narcisismo (Lasch). Era del vacío (Lipovetski). Lejos de aliviarse, con el poder de la imagen se han enardecido los deseos neuróticos de afecto, fama y poder -descritos por Karen Horney en La personalidad neurótica de nuestro tiempo a mediados del siglo XX. Homo videns, homo cyberneticus, hombre light, pero, ¿dónde quedó el ser humano? ¿qué ha sido de las humanidades que alimentaban el espíritu del animale rationale?

“Las letras, las artes, la civilidad, el gusto, con las referencias y los referentes seguros que se daban en los clásicos antiguos y modernos, con todo el patrimonio simbólico y moral de la civilización que transportaban y renovaban de época a época, han sido literalmente ahogados entre nosotros con una eficacia menos brutal sin duda que la de la revolución cultural china o camboyana, pero en el fondo igualmente radical.” (Fumaroli, 2007)

En la vida cotidiana, la influencia de las actuales tecnologías de la comunicación, hoy indudable y decisiva, rebasa las fronteras de las naciones, por lo cual ha facilitado el espejismo cosmopolita que subyuga al hombre light. Pero si se vence el vértigo de información y la sensualidad multimedia, las tecnologías pueden llegar a servir al diálogo y el acercamiento, el autoconocimiento y el reconocimiento de los demás, con una visión más completa de la realidad humana. Pero esta auténtica comunicación requiere el coraje de sanarse de los escotomas y negaciones neuróticas del siglo, puesto que, masiva y globalmente una sociedad light cerca, manipula, oprime; con valores subvertidos prosperan legislaciones deshonestas, propagandas de miedo y represión o de persuasión y seducción sensual, consumismo, modas, tendencias, ideologías, fanatismos y sectarismos, líneas y coacción, imperios de injusticia, espejismos conceptuales y hasta una tiránica ilusión de alternativas: o individualismo autístico o colectivismo impersonal.

Friday, January 01, 2010

En el principio era el Verbo

"En el principio era el Verbo" – es el Verbo que me hace comprender que era Dios y que es eterno.

"En el principio era el Verbo . ¿Quién lo dice?. Juan el pescador. No lo dice, sin embargo, como simple pescador, sino por así decir como pescador de los sentimientos humanos, porque ya no debía coger pescados sino vivificar a los hombres. Lo que dice no es sólo una enseñanza suya, sino una enseñanza de quien le ha dado el poder de vivificar. El pescador era más silencioso que los peces que cogía antes y mudo acerca de los misterios divinos porque no conocía al autor de su voz. Pero cuando fue vivificado por Cristo oyó la voz en Juan y reconoció la palabra en Cristo. Por eso lleno del Espíritu Santo, Juan sabía que el principio no entra en el tiempo, sino que está sobre el tiempo: dejó los siglos y subiendo con el espíritu más allá de todo principio, dijo: En el principio era el Verbo [...].

Y el Verbo estaba junto a Dios. Esto significa que cuanto había dicho antes se debe entender en el sentido de que el Verbo era como era el Padre, porque de siempre era con el Padre, en el Padre y junto al Padre. [...] Es propio del Verbo estar junto al Padre, como es propio del Padre estar junto al Verbo, ya que leemos que el Verbo estaba junto a Dios. Si por tanto, según tu opinión, era un tiempo en el que no era, según tu opinión en el principio tampoco era aquel junto al que estaba el Verbo. Es el Verbo el que me lo dice, es el Verbo el que me hace comprender que era Dios. Si creo, como creo, que el Verbo es eterno, no puedo dudar de la eternidad del Padre, cuyo Hijo es eterno."

S. Ambrosio, De Incarnationes dominicae sacramento (III, 15-18)

Velázquez+002


Desde Patmos el águila de Dios dejó los siglos
ascendió a la plenitud celeste con su espíritu capaz
más allá de todo principio
a la gloria del Verbo
sabiduría de Dios Trino