Thursday, August 19, 2010

Carta a Soledad Loaeza

Sepulcros blanqueados, por Soledad Loaeza (Publicado hoy en La Jornada).

Un juez federal condenó al Comité Nacional Provida a pagar al gobierno de la República 22 millones de pesos de un total de 34 que recibió el sexenio pasado para apoyar sus actividades de protección de la vida, y de ayuda a la mujer. Se comprobó que esta asociación –que es una organización de laicos que depende de la autoridad de la Iglesia católica– desvió esos dineros en beneficio personal de sus miembros, pues para comprobar sus gastos Provida entregó facturas apócrifas que emitieron empresas ficticias. Así concluyó una investigación que se inició en abril de 2005, cuando la Secretaría de la Función Pública determinó que funcionarios de la Administración del Patrimonio de la Beneficencia Pública (APBP), órgano desconcentrado de la Secretaría de Salud, no habían cumplido con su obligación de supervisar los gastos de Provida.

Según la SFP, en lugar de gastar los recursos que le fueron destinados, gracias en buena medida a las presiones del entonces diputado Luis Pazos, en los fines que justifican su existencia, el Comité Nacional Provida los dilapidó en la compra de plumas Cartier, tangas y ropa para caballero. Además de la multa que se les ha impuesto podría sugerirse un cambio de nombre. ¿Qué les parece: Comité Nacional Probuenavida? La denuncia de la corrupción de Provida se añade a los problemas recientes que ha tenido que enfrentar la Iglesia, provocados por los abusos cometidos por sacerdotes en contra de niños que estaban bajo su cuidado. Por esa razón resulta increíble que algunos obispos mexicanos hayan elegido estos momentos tan graves para la Iglesia católica en todo el mundo, para lanzarse contra disposiciones legales –el matrimonio entre personas del mismo sexo y el derecho de estas parejas a adoptar niños– que, según ellos, son un ataque directo a la familia y a la inocencia infantil. ¿Y no fue eso lo que hizo Marcial Maciel?

La metáfora de los sepulcros blanqueados a que hace referencia el título de este artículo fue la expresión que utilizó Jesús –según el Evangelio según san Mateo– para señalar a los fariseos, cuya apariencia suntuosa ocultaba podredumbre. Sepulcro blanqueado es sinónimo de corrupción y de hipocresía, y hoy parece perfectamente aplicable a autoridades católicas que solapan comportamientos ilícitos, como el desvío de recursos públicos, fraudes millonarios de algún connotado miembro del clero o, peor aún, la pederastia. Ahora que conocemos la historia de Marcial Maciel nada parece más hipócrita que el escándalo que hacen los obispos mexicanos, que bien conocían sus tropelías, para presentarse como defensores morales de la sociedad.

La erosión de la autoridad moral de la Iglesia católica ha sido una de las consecuencias más graves de los escándalos que ha provocado el conocimiento de las duplicidades y de los vicios de Maciel. De suerte que cuando cardenales y portavoces del Episcopado se lanzan contra la Suprema Corte de Justicia para descalificar sus decisiones, es inevitable preguntarle: ¿y tú con qué autoridad hablas, si uno de tus grandes santones fue un corruptor de menores, drogadicto, comerciante de favores celestiales y defraudador profesional?

Las vulgares y agresivas expresiones del cardenal Juan Sandoval Íñiguez contra los ministros, los homosexuales y el jefe de Gobierno de la capital también ponen en evidencia que los seminarios en los que se forman las sacerdotes no escapan a la catástrofe educativa del país. Contrariamente a lo que ocurría en el pasado, los sacerdotes mexicanos hoy no son hombres ilustrados ni doctos, sino que se comportan exactamente igual que el lamentable líder universitario que fue El Mosh, de triste memoria. Las declaraciones del cardenal revelan tanta imprudencia como falta de vocabulario e incapacidad de argumentación. Acusar a los ministros de la Corte de que fueron maiceados traiciona principios de la Iglesia y mandamientos como el de no levantarás falso testimonio, y en tanto no pruebe con evidencia material firme su dicho, aquel de que Marcelo Ebrard pagó a los ministros para que votaran a favor de la constitucionalidad de los matrimonios entre personas del mismo sexo, su acusación sólo será una calumnia. Además, con el antecedente de Maciel y de la enconada defensa que hizo de él en el pasado, ¿quién le va a creer a Sandoval?


Ilustre señora, le escribe un ferviente admirador suyo, que en otros días degustó de sus palabras con la calma y el consuelo de quien contempla un paisaje de mar. Pero hoy con esa misma lengua tan elegante, docta y refinada, he sido acribillado hasta lo más profundo de mi corazón: he leído su artículo "Sepulcros blanqueados".

Mi Madre misma, la Iglesia, a quien debo cuántos trabajos y desvelos, cuántas alegrías y logros, hoy la miro pisoteada por la inteligencia de usted, educada dama que además lleva el nombre de mi más amada advocación mariana: Nuestra Señora de la Soledad.

El arzobispo generalizó y -sin matices ni precisones, como echando habladas- culpó a toda la corte, involucró a Ebrard y hasta ofendió a las personas homosexuales. Pero me pregunto si será muy diferente lo que ha hecho usted con su artículo, donde generaliza su diatriba contra "la Iglesia Católica" y con ello se lleva un mundo tan vasto como complejo, yo incluido, lo mismo que los monjes trapenses o benedictinos, carmelitas o dominicos y cuántas órdenes más, o las religiosas que por gracia de Dios -o por qué otro misterio- sí se desviven por mejorar las condiciones de los más vulnerables (aunque no sea el total de las religiosas), el monaguillo que roza el éxtasis con sus cantos espirituales, o el pobre artesano indígena que talla con paciente y diligente devoción el santo para la parroquia, o el catequista que sinceramente quiere el mejor futuro para los niños que educa. Es decir, barre con los sentimientos de todo tipo de personas que sí ven en su Iglesia, a su Madre y Maestra.

Con esto no ignoro que desde el principio, la Iglesia visible ha tenido como miembros personas de muy diferente estatura moral: mire que ya desde el primer cuerpo apostólico, de doce había un traidor, si hoy somos cientos y cientos de miles, ¿cuántos farsantes y malhechores no tendremos entre nosotros?

Sé que para ud. mi voz no tiene autoridad, puesto que yo también soy la Iglesia y comparto mis creencias con Sandoval a favor de la vida, la familia y la infancia -y no creo en el aborto, ni en los matrimonios no heterosexuales. Mi voz como la de toda la Iglesia, según usted se ha erosionado. Con todo, la invito ahora a que trate de releer sus líneas, tan agrias, dirigidas a mí y a tantos que somos la Iglesia:
"¿y tú con qué autoridad hablas, si uno de tus grandes santones fue un corruptor de menores, drogadicto, comerciante de favores celestiales y defraudador profesional?".
Me pregunto si aquello de "santones" realmente es menos ofensivo que decir "maricones", cierto que el segundo es más vulgar que el primero, pero la intención de insultar o rebajar es la misma: ¿me pregunto qué otros grandes santones tenemos en el seno de nuestra casa, según usted, la ambigüedad y sequedad de su redacción hasta podría sugerir que es una referencia a los santos y beatos de nuestra fe? Por si fuera poco, tenemos -yo o Sandoval como el resto de la grey- que cargar con los pecados de Maciel o de Mel Gibson, y de tantos más que ni conocimos en vida, ni conoceremos. Como si no tuviéramos suficiente con nuestros propios pecados.

En fin, que más puedo decir ante su acusación tan acaba, estimada señora, si es verdad que no hemos logrado ser totalmente congruentes con las palabras de Jesuscristo, no hemos quedado tan cortos. Por eso siempre le he dado la razón a Chesterton: la Iglesia, más que un club de santos, es un hospital de pecadores.


Sunday, August 08, 2010

Santo Domingo de Guzmán

No se explica la vida cultural de Oaxaca sin la influencia decisiva, sin la impronta de la Orden de los Predicadores. Estos frailes, animados en su misión por la inspiración de un hombre magnífico, Santo Domingo de Guzmán, esparcieron la Palabra en el Nuevo Mundo. De modo que el santo fundador -y su rosario- educaron las tierras oaxaqueñas a través de la obra sin descanso de sus canes divinos: los frailes dominicos.

Templo de Santo Domingo
Fachada del templo de Santo Domingo de Guzmán en la ciudad de Oaxaca, Oax., México.

Santa María
Imagen de Nuestra Señora en el techo de la entrada del templo de Santo Domingo. Oaxaca, México.

Techo del templo de Santo Domingo
Techo del templo de Santo Domingo de Guzmán. Oaxaca, México.

Templo de Santo Domingo
Fachada del templo de Santo Domingo de Guzmán en la ciudad de Oaxaca, Oax., México.