Friday, February 25, 2011

Democratización árabe y digital

No puede explicarse la ola revolucionaria en los países árabes sin la participación decisiva de Internet, sin el marco histórico de la era digital. ¿La democracia ha encontrado magníficos aliados en las NTIC?

Thursday, February 17, 2011

Emil Cioran, el ateo creyente

Por el cardenal Gianfranco Ravasi

BOLONIA, miércoles 16 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- El cardenal Gianfranco Ravasi, presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, inauguró el 12 de febrero, en la Universidad de Bolonia, los encuentros del Atrio de los Gentiles que permiten el diálogo entre creyentes y no creyentes, por sugerencia de Benedicto XVI.


El purpurado presentó una reflexión sobre Emil Cioran (1911-1995), escritor y filósofo rumano, del que ofrecemos un pasaje en su redacción original escrita.


* * *


"Soy un extranjero para la policía, para Dios, para mí mismo". Este es quizá el lapidario y fulgurante carnet de identidad de Emil Cioran, nacido hace cien años, el 8 de abril de 1911 en Rasinari, en la Transilvania rumana. Este inclasificable escritor-pensador, en 1937, a los 26 años, emigró a París, donde vivió hasta su muerte, en 1995. Extranjero, por tanto, por su patria de origen, que había cancelado de su registro civil personal, abandonando incluso su idioma. Fue extranjero en la nación que le había acogido, a causa de su constante aislamiento: "Eliminaba de mi vocabulario una palabra tras otra. Acabada la masacre, solo una sobrevivió: soledad. Me desperté satisfecho".

Extranjero, por último, para Dios, a pesar de que era hijo de un sacerdote ortodoxo. Tan extranjero que se inscribió en la "raza de los ateos", y sin embargo, vivió con el ansia insomne del seguimiento del misterio divino. "Siempre he dado vueltas alrededor de Dios como un delator: al no ser capaz de invocarle, le he espiado". Por este motivo querría hablar brevemente de él, sin la pretensión de superar mi recinto de teólogo adentrándome en el análisis crítico literario , que otros harán en este centenario. Cioran, de hecho, se puso al acecho en varias ocasiones para tender una emboscada a Dios, obligándole a reaccionar y, por tanto, a mostrarse.

Es emblemático el diálogo que entabló a distancia con el teólogo Petre Tutea. Éste no había abandonado su tierra, a pesar de haber pasado 13 años en las cárceles de Ceausescu, ni mucho menos su fe, hasta el punto de que replicó así a Cioran: "Sin Dios, el hombre no es más que un pobre animal, racional y hablante, que no viene de ninguna parte, y que no sabe adónde va". En realidad, su interlocutor no era ateo ni agnóstico, pues había llegado a sugerir a los teólogos su particular camino "estético" para demostrar la existencia de Dios. De hecho, en "De lágrimas y santos" (Tusquets Editores, 1988), escribía: "Cuando escucháis a Bach, veis nacer a Dios... Después de un oratorio, una cantata, o una 'Pasión', Dios debe existir... ¡Y pensar que tantos teólogos y filósofos han derrochado noches y días buscando pruebas de la existencia de Dios, olvidando la única!".

Cioran acusa a Occidente de un delito extremo, el de haber extenuado y disecado la potencia regeneradora del Evangelio: "Consumado hasta los huesos, el cristianismo ha dejado de ser una fuente de maravilla y de escándalo, ha dejado de desencadenar vicios y fecundar inteligencias y amores". Este Qohelet-Ecclesiastés moderno se transforma, entonces, en una especie de "místico de la Nada", dejando entrever el escalofrío de las "noches del alma" de ciertos grandes místicos, como Juan de la Cruz o Angelus Silesius, remontando hasta el desconcertante cantor del nexo Dios-Nada, el famoso Maestro Eckhart de la Edad Media. "Era todavía niño, cuando conocí por primera vez el sentimiento de la nada, tras una iluminación que no lograría definir". Una epifanía de luz obscura, podríamos decir, utilizando un oxímoron del Job bíblico.

"Siempre hay alguien por encima de uno mismo --seguía diciendo--; más allá del mismo Dios se eleva la Nada". Aquí está la paradoja: "El panorama del corazón es: el mundo, más Dios, más la Nada. Es decir, todo". Y, por tanto, esta es su conclusión: "¿Y si la existencia fuera para nosotros un exilio y la Nada una patria?". La Nada, siempre según este oxímoron, se convierte en el nombre de un Dios, ciertamente muy diferente al Dios cristiano, y sin embargo dispuesto como él a recoger el malestar existencial de la humanidad. Escribía Cioran, evocando la "psicostasía" del antiguo Egipto, es decir, el momento en el que se pesaban las almas de los difuntos para verificar la gravedad de sus culpas: "En el día del juicio sólo se pesarán las lágrimas". En el tiempo de la desesperación, de hecho, ciertas blasfemias --declaraba Cioran siguiendo a Job-- son "oraciones negativas", cuya virulencia es más acogida por Dios que la acompasada alabanza teológica (la idea ya había sido formulada por Lutero).

Por tanto, Cioran es un ateo-creyente sui generis. Su pesimismo, es más, su negacionismo se debe más bien a la humanidad: "¡Si Noé hubiera recibido el don de leer en el futuro, no cabe duda de que él mismo hubiera provocado el hundimiento!". Y aquí la Nada se convierte en la mera nada, un vacío de aniquilamiento: adorar la tierra y decirse que en ésta está el fin y la esperanza de nuestros afanes, y que sería inútil buscar algo mejor para descansar y disolverse". El hombre hace que pierdas toda fe, es una especie de demostración de la no existencia de Dios y desde esta perspectiva se explica el pesimismo radical de Cioran, que brilla ya en los títulos de sus libros: "Del inconveniente de haber nacido", "La tentación de existir", "En las cimas de la desesperación", "Desgarradura", "Silogismos de la amargura", etc. Y en ocasiones es difícil no darle la razón, al mirar no sólo la historia de la humanidad, sino también el vacío de tantos individuos que no tiene nada de la trágica Nada trascendente: "De muchas personas se puede decir lo que se dice en el caso de algunas pinturas, es decir, que la parte más preciosa es el marco". Pero, por suerte, y esta es la gran contradicción, también existe, como antes decíamos, Bach...

[Traducción del original italiano realizada por Jesús Colina]

Wednesday, February 16, 2011

Marcel i bombolla

Marcel i bombolla

Each second we live is a new and unique moment of the universe, a moment that will never be again. And what do we teach our children? We teach them that two and two make four, and that Paris is the capital of France. When will we also teach them what they are? We should say to each of them: Do you know what you are? You are a marvel. You are unique. In all the years that have passed, there has never been another child like you. Your legs, your arms, your clever fingers, the way you move. You may become a Shakespeare, a Michelangelo, a Beethoven. You have the capacity for anything. Yes, you are a marvel. And when you grow up, can you then harm another who is, like you, a marvel? You must work, we must all work, to make the world worthy of its children.

Pablo Picasso

Tuesday, February 15, 2011

Mi amigo que sabía jugar

De niño o de adolescente, mi amigo Manolo realmente sabía jugar, amaba en él que como pocos entre juego y juego sabía emocionarse hasta una cima extática. Le gustaban las películas de Rocky y podía actuar las escenas triunfales con un dramatismo que envidiarían los histriones. Bastaba una buena canasta encestada, o ganar en el videojuego, para que el Rocky sublime se hiciera presente. Y ahí estaba yo para tararear con todas mis fuerzas -emocionadísimo también- las exultantes notas de Eye of the Tiger. Y hasta la atmósfera cambiaba con el brillo áureo del anhelado cinturón de la victoria.

Monday, February 14, 2011

Entre el amante y el amado

Es el amor


Entre el amante y el amado no existen distancias.

No hay más palabra que la de la fuerza del deseo

ni más descripción que la del placer.

Quien ha gozado ha vivido

y quien describe no se describe.

En verdad,

¿cómo puede describirse algo

cuando en su presencia te vas,

en su existencia te disuelves,

en su contemplación te diluyes,

en su pureza te embriagas,

cuando quedas saciado en tu abandono,

y en tu felicidad te ausentas?


Rabia al Adauiya

(Mística musulmana de Basora, siglo VIII)

Tuesday, February 01, 2011

La “belleza” que no es

Por Rodolfo Papa*

ROMA, martes 1 de febrero de 2011 (ZENIT.org) ¿Qué es la belleza? Una larga tradición filosófica ha reflexionado sobre la belleza, buscando la explicación sobre que es, como la conocen los hombres, como la disfrutan, profundizando en la experiencia común, que es el punto de partida de toda buena explicación.

De esta reflexión surge que el disfrute de la belleza, natural o artística, se caracteriza por un “placer” que reúne no sólo los sentidos, sino a toda la persona: emociones y pasiones; razón e intelecto; se trata de un placer no destinado a lo útil, por tanto, un placer desinteresado, un placer por placer: esto es un probar placer frente a cualquier cosa que se conoce, sin quererla comprar poseer, modificar, firmar.

La belleza tiene un vínculo particular con la vista. Santo Tomás de Aquino con su célebre afirmación «Pulchrum est quod visum placet» (Summa Theologiae, I, q. 5, a. 4, ad 1um), indica de lo bello importa la aprehensión y en modo especial el disfrute: lo bello es “agradable al conocimiento”(Ibid., II-II, q. 27, a. 1, ad 3um),porque lo bello exige ser “conocido”.

La belleza además, tiene características constantes, como la armonía y la regularidad, que el mismo Santo Tomás afirma con la “integritas sive proportio”, o la certeza, en la “debita proportio sive consonantia”,o en la “claritas”, o en el esplendor corpóreo o espiritual: La belleza del cuerpo consiste en el tener los miembros bien proporcionados (debita proportio), con la luminosidad debida al color (claritas). La belleza espiritual consiste en el hecho de que el comportamiento y las acciones de una persona estén bien proporcionadas (proportio) según la luz de la razón (claritas) (Ibid., I, q. 39, a. 8, resp.).

Esta definición de la belleza, que algunos tachan de intelectualista, constituye el análisis racional de experiencia común y general; confirmando esto, existen distintas búsquedas de orden psicológico y antropológico que confirman como, desde niños e independientemente de la cultura, se tiende a reconocer como bello y agradable lo que es armonioso y proporcionado.

Sin embargo, en los últimos diez años, se ha ido consolidando una concepción de la belleza separada totalmente del conocimiento sensorial y racional, divorciada totalmente del placer estético y de la experiencia común. Se trata precisamente de un “concepto” de belleza construido por algunos teóricos sin nexo alguno con la realidad y con la visión. Sobre la base de este presupuesto nacieron, contemporáneamente, diversas tipologías de arte, hermanadas por esta esotérica concepción de la belleza (belleza como ausencia, como falta de armonía, como algo extraño...). En estos “objetos” no se llega a apreciar la belleza de ninguna de las maneras, pero algunos adeptos a estas obras, dicen que la belleza sí que está presente.

Suceden entonces desconcertantes e hilarantes situaciones, que, me parece que pueden ser descritas por la fábula “Los vestidos nuevos del emperador”, escrita por Hans Christian Andersen, conocido autor que vivió entre el 1805 y el 1875. La fábula cuenta la historia de un emperador muy vanidoso que es engañado por dos estafadores, que dicen tener un tipo de tela tan bella que sólo los estúpidos no pueden ver. Así engañan al emperador con una tela inexistente que él finge ver y admira su belleza para no ser considerado estúpido. Pide a los estafadores que le confeccionen un vestido con esa tela, y todos los dignatarios de la corte y después los ciudadanos fingen admirar el traje, pensando que no ven la belleza de la tela porque no son capaces de disfrutarla. Sólo un niño tiene la valentía de exclamar que el emperador está desnudo y sólo entonces el gentío tiene el coraje de creer a sus propios ojos y de reconocer que no veían nada.

Bueno, a menudo, paseando en las salas de muchos museos de arte contemporáneo, se ve a muchos emperadores vanidosos, cortesanos y ciudadanos, que fingen admirar una belleza que parece estar reservada sólo a mentes superiores, hasta que alguno, con la inocencia de los sencillos, tiene la valentía de decir que no hay absolutamente nada.

[Traducción del italiano por Carmen Álvarez]

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* Rodolfo Papa es historiador de arte, profesor de historia de las teorías estéticas en la Facultad de Filosofía de la Pontificia Universidad Urbaniana de Roma; presidente de la Accademia Urbana delle Arti. Pintor, miembro ordinario de laPontificia Insigne Accademia di Belle Arti e Lettere dei Virtuosi al Pantheon. Autor de ciclos pictóricos de arte sacro en diversas basílicas y catedrales. Se interesa en cuestiones iconológicas relativas al arte del Renacimiento y el Barroco, sobre el que ha escrito monografías y ensayos; especialista en Leonardo y Caravaggio, colabora con numerosas revistas; tiene desde el año 2000 un espacio semanal de historia del arte cristiano en Radio Vaticano.