Guardan las letras mi vida, no sólo mis pensamientos.
Como los ojos, las palabras revelan al hombre: ex abundantia cordis...
Es la vida misma, la que palpita entre las palabras escritas, la que resuena en el interior de cada lector, la que brilla en el diálogo propio de la lectura, la que nos reúne, aquí, allende las cosas, entre las letras y el Verbo.