Wednesday, October 16, 2013

Un regalo para Francisco


Quise encontrar un obsequio,
el más sencillo, el más humilde,
el que en su pequeñez
pudieras aceptar sin ofenderte.
Pensé que podría comprarlo y fui a la tienda
pero ningún objeto me conformaba.
Entonces escuché una voz santa que me dijo:
“…a quien tiene a Dios, nada le falta,
sólo Dios, basta.”
Creí ser poeta para ofrecerte palabras:
pero las hallé superfluas, pomposas, gastadas…
Hui de mí y perseverante
busqué en la tierra
pero hasta una semilla me pareció excesiva
pues podría albergar un árbol.
Cuando divisé la pradera
mi corazón vibró alegre,
pero intuí al momento que tú no aprobarías
que le restara una sola de sus flores silvestres.
Busqué entonces en el mar
y no hallé un confín
que tu nombre no hubiera alcanzado
y en toda su inmensidad
sólo tenías amigos.
Desafiante, me atreví hasta el abismo
y como un cielo vuelto al revés
lo encontré poblado de estrellas marinas.
Pero cuando tuve una en mis manos
creí que no podrías ser feliz
sabiendo que cada noche al cielo marino
le faltaría esa estrella…
Busqué entonces en el aire
respetando las abejas, luciérnagas, mariposas
y todas las criaturas vivientes,
pues tú no querrías detener sus alas
ni perturbar su vuelo.
Procuré traerte el aroma
sosegado y puro de las hierbas,
del hogar encendido y los jazmines…
pero no pude conservarlos.
Quise igualar el canto de la alondra,
el murmullo del río, el silbido del viento
cuando exhala en los campos profundos…
pero mi voz fue demasiado torpe.
Por un largo instante logré retener,
resbalando por mis dedos,
unas gotas del rocío temprano…
pero frescas y transparentes retornaron al aire.
Quedé entonces en silencio, desconsolado,
bajo el azul infinito
que mis ojos no podrían reflejar…
¿Francisco, pensé, en tu amorosa humildad,
es que no hallaría nada que pudiera agradarte…?
De pronto un árbol dejó caer una de sus hojas
que se depositó frente a mí en el suelo.
Luego otra, que llegó meciéndose en la brisa
hasta mis manos que la recibieron sin querer.
Luego otra, otra, y otra más,
hasta que sentí que el árbol, compasivo,
estaba dispuesto a entregarse por entero
y desnudar sus ramas
con tal de consolarme.
Tanto era su amor
que brotaron mis lágrimas
como un manantial redentor y agradecido.
Las hojas del árbol
continuaron descendiendo generosas
en una bendición inacabable…
Entonces pude comprender… y sonreí.
Y sonrieron conmigo los campos, las aves y los arroyos.
La brisa se detuvo
y ya no volvieron a caer más hojas…
El regalo que produjo la sensibilidad de aquél árbol
es el que ahora quiero ofrecerte:
el amor de una sonrisa.
Un obsequio humilde y efímero
que puedes multiplicar y compartir sin miedo
como los panes y los peces,
hasta que todos unidos a Jesús
habitemos finalmente el Reino de Dios.
Alejandro Guillermo Roemmers

Saturday, September 14, 2013

Libertades concatenadas


Abel en cadenas
Yo mismo me puse estas cadenas.  Fue la única manera que encontré para ser libre.
Para encadenar a esta parte de mí que tiene una vehemente sed de esclavitud pues no quiere saciarse de su vicio.
Para poder dedicarme al pensamiento y la contemplación.
Para no lastimar a nadie.  

Caín en cadenas
Yo mismo me puse estas cadenas. Fue la única manera que encontré de ser libre.
Para disfrutar sin freno ni medida, mis grilletes son de rebeldía y violencia, obsesionado y adicto a lo efímero y veloz: sólo el viento en la cara me sabe a libertad.   
Para olvidarme me sumerjo en la obscenidad.
Para no ser responsable ya he elegido un amo.


Fuente: http://communicatio.tumblr.com/

Friday, September 06, 2013

Canto de fe

No faltarán cantos de agradecimiento
de nuevo sonará el cuerno del carnero
para la eternidad será el júbilo nuestro

Nunca faltarán las alabanzas ni cesará tu gloria,
de nuevo tu presencia, de siempre tu memoria,
entre nosotros, Amor, seguirá nuestra historia.

Wednesday, August 21, 2013

Sentido último

Es Dios el sentido de todo, de la existencia, de la vida, de nuestra propia conciencia y pensamientos.


Tuesday, August 20, 2013

Reina de los auditorios

El Grupo se quedó sin la cantante.  Ella era todo: sin ella la música simplemente no. Diva en el escenario, por ella eran El Grupo, por ella eran.   Casi enloquecieron con su partida, se dejaron vencer, intentaron a toda costa apresar la fama que con la Diva también habían perdido, en su ausencia vanamente pretendieron sustituirla con una imitación de marioneta, creyeron que copiando lo exterior era suficiente para tener el Show.

Y mientras la marioneta imitaba a la reina de los auditorios, por unos instantes hasta creían revivir el ideal perdido, el sueño hecho realidad, que otra vez era nada y falta.  Pero la voz de la Diva no resonaba en los interiores. No cambiaba todo.  No eran nuevas las cosas. Mala farsa, mediocre, oscura, pesada: no se hacía la luz, no estaba entre nosotros, no estaba la música en tal desconcierto.

Sunday, August 11, 2013

La misión del artista

Es propio del artista representar en imágenes lo que interiormente le impresiona y pugna por manifestarse al exterior. Cuando hablamos de imágenes no pretendemos limitarnos al arte gráfico y representativo: se incluye en esta expresión cualquier reacción artística, sin excluir la poética ni la musical. Es, al mismo tiempo, imagen que representa algo, y creación: algo creado y encerrado dentro de sí mismo formando su pequeño mundo. Toda obra genuina de arte es además símbolo, háyalo pretendido o no el artista, tanto si éste es naturalista como si es simbolista. Símbolo: es decir, que de la plenitud infinita del sentido con la que tropieza necesariamente todo humano conocimiento, capta algo y lo hace manifiesto y lo expresa; y, por cierto, de tal manera que esa misma plenitud de sentido, inagotable para el conocimiento humano, encontrará en el símbolo una misteriosa resonancia. Así entendido todo arte auténtico es una revelación y la creación artística un servicio santo. A pesar de todo, sigue siendo verdad que en toda creación artística se oculta un peligro y esto no solamente cuando el artista no tiene idea de la santidad de su misión. Es el peligro de que se contente con la representación externa de la imagen, como si no existieran para él otras exigencias.
Edith Stein

Fuente: Communicatio

Thursday, February 07, 2013

Yo amo el Internet. Lo amo muy por encima del resto de los medios tecnológicos. Es una maravilla.