Saturday, January 16, 2010

Poética de poetas

Plática sobre la poesía

La poesía acerca todos los corazones que la aman y teje entre ellos lazos indisolubles. Aunque persiguieran cada uno, en su propia vida, fines dispares; aunque uno despreciara totalmente aquello que para el otro es lo más sagrado; aunque se desconocieran, se equivocaran o permanecieran eternamente ajenos, en este territorio, no obstante, un poder mágico más elevado los uniría y les brindaría la paz. Cada Musa busca y encuentra a la otra, y todos los ríos de poesía van a confundirse en la inmensidad del mar universal.

Única es la razón, y la misma para todos; pero, al igual que cada hombre tiene una naturaleza y un amor que le son propios, cada uno lleva en sí su propia poesía. Es bueno, y necesario, que ésta siga siendo suya, de un modo tan seguro como él es lo que es, como él lleva en él, por poco que sea, algo de lo originario; y ningún crítico tiene el derecho ni la facultad de robarle su ser más propio, su fuerza más íntima, para retrotraerle a golpes de aclaraciones y purificaciones, a una imagen trivial desprovista de Sentido y de espíritu, como lo hacen los locos que no saben lo que quieren. No obstante, incumbe a la gran sabiduría de una crítica auténtica enseñarle cómo debe él mismo formarse en sí mismo; y, ante todo, a saber aprehender, en su fuerza y en su plenitud clásicas, cada una de las formas diversas y autónomas de la poesía, con el fin de que la flor y la semilla de espíritus diferentes al suyo se conviertan en el alimento y la simiente de su propia fantasía.

El espíritu que conoce las orgías de la verdadera Musa jamás alcanzará el final de este recorrido, ni él se imaginará, locamente, haberlo alcanzado: ya que es para siempre incapaz de aliviar una nostalgia que, hasta en la cumbre de su apaciguamiento, encuentra siempre con qué volver a engendrarse. Incomensurable e inagotable es el mundo de la poesía, al igual que la riqueza de la naturaleza derrochadora de la vida lo es en plantas, animales y formaciones de toda suerte, de toda forma y de todo color. A tal punto que estas obras artificiales, o estos productos naturales, que tienen forma y nombre de poemas difícilmente podrán ser abarcados hasta por el espíritu más amplio. ¿Y qué son, comparados con la poesía, sin forma ni conciencia, que palpita en las plantas, irradia en la luz, sonríe en el niño, resplandece en la flor de la juventud, se inflama en el corazón amante de las mujeres? Sin embargo, esa poesía es la primera, la originaria, sin la cual seguramente no exisistiría poesía del verbo. Sí, todos nosotros, todos los que somos, nosotros los hombres, no tenemos para siempre y para la eternidad otro objetivo de júbilo, otro modo de actividad que este único poema de la divinidad de la cualsomos también una parte y la floración: la tierra. Pero está en nuestro poder percibir la música de este instrumenteo infinito, comprender la belleza de este poema, porque en nosotros también vive un a parte del poeta, una chispa de su espíritu creador, que, sofocado bajo la ceniza de sinrazón que cada uno acumula, no deja jamás de incubar con una potencia secreta.

No es preciso dedicarse a razonar a golpes de discursos y doctrinas para cultivar y propagar la poesía, o para ponerla al día, descubrirla, instalarla y darle leyes severas, como tanto lo desearía la teoría de la poesía (Dichtkunst). Al igual que el núcleo de la tierra se cubrió por sí mismo de formaciones y vegetales, y la vida surgió por sí misma de las profundidades y todo se pobló de seres que alegremente se multiplicaron, la poesía se expande por sí misma, engendrada por la fuerza original invisible de la humanidad, cuando el cálido rayo de sol divino la toca y la fecunda. Sólo los contornos y los colores podrían, recomponiendo su forma, expresar cómo se formó el hombre; y asimismo, de hecho, no se podría hablar de poesía más que en poesía.

La visión que cada uno tiene de ella, dado que es ella misma poesía, es verdadera y buena. Pero debido a que su poesía, precisamente porque es la suya, está forzosamente limitada, la visión que cada uno tiene de la poesía no puede ser más que limitada: lo cual es intolerable para el espíritu, sin duda alguna porque sabe, aunque no lo sepa, que ningún hombre es un hombre a secas, pero puede y debe ser a la vez, efectivamente y en verdad, la humanidad entera. Por eso, seguro de reencontrarse siempre a sí mismo, el hombre no deja de salir de sí, con el fin de buscar y encontrar el complemento de su ser más íntimo en la profundidad del otro. El juego de la comunicación y del acercamiento es la ocupación y la fuerza de la vida, no hay realización absoluta más que en la muerte.

Por ese motivo tampoco el poeta sabría contentarse con legar en las obras que deja tras de sí la expresión de la poesía que le es propia, tal como tomó forma innata en él. Debe esforzarse por ampliar sin descanso tanto su poesía como su visión de la poesía, y acercarlas a las más altas que puedan existir en la Tierra, esforzándose con la mayor precisión posible para ajustar su parte al gran Todo: ya que la generalización mortal tiene precisamente el efecto contrario.

Es capaz de ello a partir del momento en que se encuentra el punto medio al comunicar con aquellos que, llegados de otros lugares y por otras vías, también lo han encontrado. El amor necesita reciprocidad. Sí, para el verdadero poeta, hasta el comercio con los que no hacen más que mariposear en la superficie puede ser benéfico e instructivo. El poeta es un ser sociable.

Por lo que a mí se refiere, siempre me resultó muy atractivo discutir de poesía con poetas y aficionados. Muchas conversaciones de este tipo quedaron grabadas en mi memoria; no sabría decir de otras cuánto queda de fantasía y cuánto de recuerdo; hay ahí mucho de verdad y alguna invención. Es el caso de esta plática, destinada a controntar las concepciones más alejadas; cada una de ellas, desde su punto de vista, muestra el espíritu infinito de la poesía bajo una luz diferente, y todas se esfuerzan más o menos, tan pronto por un lado, tan pronto por el otro, en penetrar hasta el núcleo propiamente dicho. El interés de esta pluralidad me decidió a dar a conocer las observaciones que me había inspirado un grupo de amigos (y que, para mí, en un principio, no se referían más que a ellos) a todos aquellos que sientan este amor y han decidido, gracias a la plenitud de su vida interior, iniciarse ellos mismos en los Misterios sagrados de la naturaleza y de la poesía.


Friedrich Schlegel

(Plática sobre la poesía, versión de Antoni Marí en Tusquets Editores)

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