Y es que resulta inevitable: la ilusión, la incertidumbre, la esperanza o la angustia, siempre que hay transiciones de esta magnitud, sobre todo si se piensa que ha llegado la alternancia en el poder ejecutivo -después de 80 años- al estado de Oaxaca (México).
¿Qué será de nuestra amada Antequera? Oaxaqueños: es nuestro deber trabajar por la justicia, cultivemos virtudes que vivifiquen nuestra vida social. Ni en los agaves ni en las canteras: la esperanza, la posibilidad de cumplir con un cambio auténtico y edificante, reside en nosotros, en los que amamos a Oaxaca.
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