Monday, February 11, 2008

Reflexiones sobre Lord of the Flies

IV

(conclusión)

Nuestro naufragio aparece como un crisol de la voluntad humana: nuestra voluntad, valioso metal que se depura con fuego, ha de aprender a elegir y desear el bien, para elegir la vida, para evitar el mal y su destrucción letal. Sólo así es concebible el regreso a la Ítaca de nuestros anhelos, sólo en el Bien último se encuentra la felicidad última, edénica y total. Es decir, por el libre albedrío es posible elegir, bien o mal, pero sólo por el Bien verdadero es posible la libertad de la vida plena.

El náufrago vencido, como Jack, se abandona al desorden inhumano, reniega de su deber con la dignidad, pretende instaurar la anarquía infértil. Poco a poco, se transforma en una suerte de tirano. Me imagino el momento en que son rescatados al final: al percatarse del primer adulto (heraldo del orden que Jack había desafiado) el peso de la realidad –y de toda su responsabilidad- habrá caído como losa sobre Jack.

El náufrago prudente, como Ralph, construye una morada provisional, mientras logra regresar a la morada original y duradera. Así, recrea el orden de su vida cultural y humana, en medio de una isla salvaje (fuera de la civilización). Es decir, Ralph actúa éticamente, para beneficio del grupo y de su propia persona. Pues como señala Domínguez Prieto, “(…) la ética trata, ante todo, de los modos en que la persona se va haciendo tal. Es decir, la ética no trata tanto de la vida humana, como de lo que la persona va haciendo con ella. Y lo que va haciendo cada uno con su vida constituye su carácter o ethos. Al cabo, lo que la persona llega a ser, su logro o malogro, es responsabilidad suya.”

Del mismo modo, optando por el bien, los seres humanos construimos una morada (ethos [1]) que recrea el orden del Bien último anhelado. Con sentido ético, se prepara el hombre en el naufragio, antes de ser re-parado por completo en el Bien pleno. Principio y meta, el Bien es tanto su morada original como su morada de destino. Diría el sabio doctor de Aquino: el hombre es un ser de Dios para Dios.



[1] Ethos: “morada, lugar donde se habita y, también, carácter, modo de ser”. (Domínguez prieto, 2003)

1 comment:

quique ruiz said...

Ya me dio curiosidad leerlo.